viernes, 15 de julio de 2011

domingo, 3 de julio de 2011

VENTANAS DE MANHATTAN

Al despertarme esos días en Nueva York, lo primero que veían mis ojos era una gran ventana por la que veía transcurrir las primeras horas del día en esa gran ciudad. La vista que tenía daba a un costado del Central Park, de modo que se podía apreciar el techo de edificios pequeños y la silueta de las calles bordeadas por los árboles de otoño. Lo impresionante eran los edificios del fondo, inmensos e imponentes, con figuras geométricas claramente definibles, pero que no alcanzaban a cubrir todo el cielo de la Gran Manzana.  Al cerrar mis ojos ahora, se me vienen a la mente esa misma ventana y esos mismos edificios pero ahora iluminados con toda la potencia de sus luces que desprendían en las noches.
Ayer, mientras pasaba por una librería, encontré un libro que me trajo el recuerdo de esos días: "Ventanas de Manhattan" de Antonio Muñoz Molina. De este autor sólo había leído  sus crónicas y artículos que publica en El País. Hace tiempo que quería leer un libro suyo y ayer fue el inicio de ese grato momento.  Es increíble el poder de las palabras, cada una de las que el autor ha puesto en cada capítulo, escritos como sin respiración,  me hacen recobrar la magia que se desprende de esa ciudad, quizá precisamente porque es a través del lenguaje con que construimos las ciudades, el mundo que habitamos y creamos constantemente.
Aquí un fragmento de este libro:
"Me perdía entonces por la ciudad tan completamente como no he vuelto después a perderme, ni en ella ni en ninguna otra, sin distinguir los puntos cardinales y sin la menor idea de lo que podía encontrarme al doblar una esquina, con esa sobriedad hecha a medias de asombro desmedido y cansancio, del impacto causado por las escala de las distancias, las alturas, los puentes, las multitudes, los ríos. Echaba a andar con las manos en los bolsillos y me dejaba llevar en una línea quebrada de itinerarios azarosos, rápidamente extraviado en la cuadrícula abstracta de la ciudad, mareado por la monotonía de las distancias entre una calle y otra, por la gradación ascendente o descendente de números que no sabía hacia dónde me estaban conduciendo..."