miércoles, 30 de octubre de 2013

CRÓNICA DESDE ITHACA. 4: JORGE Y GINA

Jorge y Gina son dos amigos peruanos que radican desde hace varias décadas en EEUU. Ellos viven en Ithaca, una hermosa ciudad cercana a la mítica y deslumbrante Nueva York. Cuando los conocí me sentí muy orgullosa de que mis compatriotas hayan logrado tener éxito en lugares tan lejanos de su tierra natal. A través de ellos pude conocer un poco más de la vida norteamericana, y lo mejor fue que me la mostraron desde sus propias vidas personales, así una no se siente extranjera en ninguna parte.
El punto de encuentro fue TC3, Dryden, donde pasé una de las temporadas más felices de mi vida. En este college pude compartir maravillosas experiencias con otros colegas de diferentes universidades latinoamericanas, pero sobre todo TC3 fue la ventana que me permitió apreciar la belleza de los paisajes americanos, sus bosques, lagos y variada fauna; y fue también la puerta para ingresar a la vida cultural de este país, cuya lengua más que un obstáculo para la comunicación fue el principal motivo para adentrarme en el mundo poético de Whitman o Poe.
Jorge tiene el encanto de la magia y por eso un día que nos llevó a recorrer los Finger Lakes, no me sorprendió que hablara animadamente con un mago al pie del lago y bajo la sombra de un hermoso árbol. Su energía es desbordante y la ha canalizado en importantes proyectos académicos que incluso han hecho posible que yo visite esos lejanos parajes donde el siglo pasado también transitaron escritores famosos como Vladimir Nabokov.

Gina lleva el arte en sus venas y se trasluce en su voz. Su canto es la melodía perfecta que complementa la belleza de las tardes ithaqueñas. Su casa que atesora una valiosa biblioteca y resguarda un piano que toca talentosamente su hijo mayor, nos acogió un domingo de fines de junio. La escuchamos cantar  el inolvidable "Adiós Nonino" y otras piezas de Piazzolla, mientras su gato dorado husmeaba desde alguna parte del jardín.

Hay personas con las que basta tener unos momentos para conocer la dimensión de su gran valía y contagiarnos de la maravillosa aventura de la vida: Eso es lo mejor que ofrecen los viajes.