jueves, 15 de octubre de 2009

INSTANTÁNEA

La diviso desde mi ventana. Su plumaje tiene el color ceniciento de la tarde. Toda la mañana ha perseguido al viento y al llegar el crepúsculo ha detenido su vuelo en lo alto de un ciprés. Sus pequeñas patas se aferran a las ramas. Parece que ha abandonado a su bandada. A lo lejos la imagino resguardando un pequeño nido. Su pico me señala el oriente. Aguardará la noche y se cobijará en mi sueño hasta que llegue el alba. Entonces mi ave extenderá otra vez sus alas hacia el sol naciente. La veré partir, pero desde mi ventana cuidaré su nido.



miércoles, 14 de octubre de 2009

LA BITÁCORA POÉTICA DE VALERIA ZURANO


Muchos poetas de todos los tiempos y lugares compararon la vida con un viaje. Un ir y venir por caminos que se unen, se cortan o se entrecruzan. Un desplazamiento continuo cuyo destino no siempre es el esperado. Y es que los viajes nos transforman y nos invitan a reflexionar hacia dónde vamos. Nos permiten entender de un modo particular el mundo cuando se convierte en relato. Precisamente a través del relato de viajes, nos embarcamos a una aventura guiada por la imaginación y la memoria. Cuando rememoramos y narramos un viaje no sólo representamos a sociedades o culturas distintas, sino también nuestras propias vidas interiores, como un ejercicio de reflexión sobre nosotros mismos.
El libro El gran capitán. Crónica de un viaje al litoral (Santiago de Chile, ediciones Cortina de humo, 2008) de Valeria Zurano es un viaje cuya travesía en tren nos permite ver la vida de los “otros” desde las ventanillas y donde la estación central es uno mismo. El gran capitán está escrito a manera de una crónica poética. Tal vez la crónica es uno de los géneros que más se acomoda a estos tiempos, por su carácter híbrido, su estructura versátil, su polifonía textual, ya sea en el uso de variadas técnicas, distintas voces o la misma recurrencia a otros géneros como el ensayo, el reportaje, el cuento, la prosa poética, etc. Si bien toda crónica lleva implícita la noción de tiempo, ya que relata acontecimientos en orden cronológico; sin embargo, en la actualidad está considerada como “la instantánea que recoge lo efímero, lo mutable, lo circunstancial para convertirlo en memoria colectiva” (Cecilia Cuesta).
El libro de la poeta argentina no sólo permite que la peripecia de los pasajeros del Gran Capitán
quede como un registro poético de la memoria colectiva, sino también contribuye a la construcción de una identidad social e incluso personal. Puede ser que el tren El Gran Capitán no ande más sobre los rieles de Buenos Aires a Posadas, pero aún sus ruedas siguen avanzando en la memoria de sus pasajeros. En Valeria Zurano el tren se detuvo cuando terminó de escribir el libro, para nosotros comenzó a andar cuando empezamos a leerlo.
El libro de alguna manera plantea una intertextualidad implícita que enriquece la tradición de la literatura latinoamericana al hilvanar el rastro de escritores como García Márquez y su mítico tren amarillo que llegaba a Macondo; Juan Rulfo y su mágica Comala habitada por muertos; Jorge Luís Borges y sus disquisiciones con el tiempo.
Precisamente el tren como símbolo de lo transitorio, la muerte y el tiempo, se constituyen como ejes temáticos de este gran viaje. El tren es el elemento que conecta el espacio exterior con el interior. Por las ventanillas se puede ver que afuera hay un mundo que padece hambre, miseria, injusticia, pero adentro también cada pasajero está sumido en el sufrimiento, y más adentro aún hay una tristeza infinita, una soledad que aumenta con la distancia. El otro tema central del libro es la muerte. Ese sentimiento invade al lector desde el inicio de la lectura del texto, sin embargo hay una lucha interior que la combate. Fácilmente no nos entregamos a ella, porque a pesar de ella seguimos existiendo. La poeta dice: “Estas pequeñas tumbas nuestras que nos designan lugares tan hermanados con la muerte; nos han quitado las canciones y la lluvia, nos han arrancado los ritos para invocar las muertes, y ahora, nos matan cada día./ Te hablo, en el silencio de la noche; sobre los cuerpos fragmentados por la quietud. Te cuento ignorando si los ojos están abiertos o cerrados. / Es la invocación de los ausentes que como sueños de presencias regresan para jugar en esos mundos de fantasmas, y entonces, un fulgor recorre el cuerpo en la noche viajera”.
Finalmente, el tiempo cumple un rol importante en el texto. En realidad, la pérdida de la noción del tiempo es lo que permite traspasar los límites de los vagones del tren, del panorama circundante, de la existencia misma. En un poema Borges escribió: “Mirar el río hecho de tiempo y agua / y recordar que el tiempo es otro río, /saber que nos perdemos como el río /y que los rostros pasan como el agua”. Curiosamente el viaje de Valeria era hacia Iguazú, cataratas hechas de tiempo y agua. Si bien su travesía estaba rodeada de un ambiente de muerte, su destino no era ése, sino las aguas refrescantes de la vida. Con cada libro renace la esperanza de que es posible luchar contra la muerte.

miércoles, 7 de octubre de 2009

PAZ ENTRE NOSOTROS










-Dispara, dispara! -le decía una madre emocionada a su hijo. El pequeño trató de complacerla mientras sonreía a la cámara con su arma de juguete entre las manos.
- Vamos a la guerra!- luego gritaron en coro otros niños.
Yo sentí sus voces como un disparo que atravesó mi corazón. Fui una transeúnte casual que caminaba distraída por la calle cuando me impactó fríamente esa escena.
No puedo comprender qué nos está pasando. Acaso las escuelas para los niños se están convirtiendo en academias militares, o más bien las madres están desarrollando una vocación espartana? No lo sé, pero no es posible que se fomenten ese tipo de actividades en la infancia. Ni un fastuoso desfile escolar, ni una celebración de disfraces infantiles, justifica que sembremos en el imaginario de los niños la predisposición hacia la muerte. Sigamos el ejemplo de otros lugares como la India donde este último 2 de octubre recordaron el nacimiento de Mahatma Gandhi al ritmo de " Raghupati Raghava Raja Ram", la canción favorita del más grande pacifista.
Además ese mismo día en Nueva Zelanda se inició la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia, que recorrerá todo el planeta por 90 días pidiendo el fin de las guerras, las armas nucleares y la eliminación de todo tipo de violencia. Antes del 2 de enero de 2010, esa marcha habrá recorrido 90 países y 100 ciudades hasta llegar al Monte Aconcagua, al sur de Chile Acompañemos al espíritu de esa marcha, y si físicamente es posible vistámonos de blanco para engrandecer de manera simbólica esa gran iniciativa de Paz y Amor. Seguramente, desde lo alto, un resplandeciente arco iris convertido en una bella paloma vendrá a posarse sobre nuestros corazones. Así sabremos que el mundo está cambiando y que la vida está renaciendo.

lunes, 5 de octubre de 2009

FIN DE FERIA

Después de casi quince días que se inició la Feria Internacional del Libro de Arequipa, hoy llega a su término. A pesar de la ausencia de muchas editoriales peruanas y, sobretodo extranjeras, este evento parece tener un saldo positivo. Leí por ahí que varios libros tuvieron muy buenas ventas, por ejemplo "Cambio de palabras" de César Hildebrant, "El cojo y el loco"de Jaime Bayly e imagino Beto Ortiz y Renato Cisneros, que fueron algunos de los invitados especiales.
Yo preferí los menos conocidos y menos marketeros, por eso me detuve en los stands de las editoriales independientes y de las universidades. Entre los pocos libros que llegué a comprar están Para leer a Luis Loayza de César Ferreira y Américo Mudarra, Las provincias contraatacan de Ulises Zevallos Aguilar y La historia y los historiadores en el Perú de Manuel Burga, todos ellos del Fondo Editorial de la Universidad Mayor de San Marcos;
Cómo enseñar la historia? de Concepción Arias de la Universidad Jesuita de Guadalajara; también agregué a mi lista las revistas La rama torcida, dedicada en su segundo número al microcuento, y Dragostea (grisazul), cuyo tercer número abarca una recopilación de literatura sobre el viaje; y el poemario Vendo mi cuerpo que fue un gentil obsequio de Elena de Yta. Estas dos últimas publicaciones son de estudiantes de la Universidad Nacional de San Agustín y por tanto productos netamente arequipeños.
Lo mejor de este encuentro libresco fue ver que muchos jóvenes y familias enteras se aproximaban a los stands a adquirir los libros y de paso disfrutar de la danza, música, cine, teatro, etc., que se ofreció al público asistente. Como toda feria puso, pues, a la cultura en movimiento.
Se anuncia también un III Festival del libro de Arequipa para la primera semana de diciembre. Bien por la ciudad, porque sus espacios públicos se enriquecen grandemente con estas actividades, y, sobre todo, llenan de regocijo a los lectores y contagian las ganas de leer.