jueves, 26 de noviembre de 2009

LAS ARMAS DE INSTRUCCIÓN MASIVA









El tanque apareció de pronto en una esquina de la Plaza San Martín de Mendoza. Yo me dirigía presurosa a la Feria del libro que se realizaba en esa bella ciudad. El día anterior había escuchado una conferencia en la que se hacía referencia a cómo la literatura había abordado el tema de la última dictadura argentina, de modo que vinieron a mi mente imágenes violentas, abusivas y denigrantes producidas por los agentes de Videla. Sin embargo, este era un tanque cubierto totalmente con libros. Me acerqué al blindado libresco y con mucha sorpresa leí en su frentera: “Arma de instrucción masiva”. ¿Era posible cambiar la imagen de los objetos que producen muerte y dolor en algo que da vida y alegría? Un sí rotundo estalló en mi corazón.
Después me enteré que este tanque recorría diversos lugares de la Argentina y del continente llevando libros a las escuelas, los asentamientos, los parques, en fin, a todos los rincones marginales que están fuera del circuito de los museos, centros culturales o bibliotecas. Se trata de una escultura ambulante y también una intervención callejera que fomenta la lectura masivamente. Ningún transeúnte se resiste a detenerse ante tan creativa forma de promover la cultura y además la paz. La creatividad parece conjugarse con la cotidianeidad, por eso quizá no resulte extraño que ese país haya dado figuras como Borges o Cortázar. Argentina parece, pues, un lugar que despierta la imaginación, y quizá por eso este año apareció muy bien representada en el afiche de la feria de Santiago donde fue el país invitado: Un músico tocaba un acordeón con un fuelle compuesto de libros que vibraban al ritmo de un tango.
Este tipo de acciones que ponen en contacto directo a la población con la cultura tiene igual importancia que las Ferias de libros que se realizan en las grandes plazas públicas de las ciudades o lugares abiertos en los que las personas pueden fácilmente acceder a revisar y comprar los libros de sus autores favoritos, y además gozar de las actividades complementarias que se programan como las conferencias, conversatorios, mesas redondas, presentaciones de libros y revistas, cine fórum, espectáculos de danza, música y teatro, etc. Si bien la cuestión económica es un problema a superar, es necesario crear este tipo de escenarios públicos para que se vaya formando en el imaginario de la población la necesidad de invertir en conocimiento.
Fomentar la lectura es una tarea que nos corresponde a todos quienes estamos vinculados al quehacer educativo, y debe formar parte de la agenda de quienes tienen al mando los destinos de un pueblo. Las ferias de libros regionales, nacionales e internacionales ponen en movimiento continuo a la cultura, si a estas le agregamos acciones creativas como los tanques librescos argentinos que combinan arte, conocimiento y realidad social o los estimulantes escritos que aparecen a lo largo de los metros de las grandes ciudades latinoamericanas, la lectura será una actividad masiva, y quizá así recién entendamos que el espíritu de los libros aletea al mismo ritmo del vuelo de la emblemática ave blanca y que aquel pensamiento que dice: “Donde hay cultura hay paz, donde hay paz hay cultura” por fin se convierta en acción común.

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL GUARDIÁN DEL HIELO












EL GUARDIÁN DEL HIELO

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
yo soy el guardián del hielo.
(José Watanabe)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL ÚLTIMO VIAJE DE CLORINDA


“Ha llovido anoche, y queda la neblina sutil. El temporal no ha sido suficiente para detener a mis buenas amigas, compañeras y discípulas, que se han agrupado en el dique 4 llevando al efecto flores, perfumes, amuletos de buen deseo para tan largo viaje. ¡Qué triste es siempre la hora de decir adiós!...”. Así escribía en mayo de 1908, Clorinda Matto de Turner cuando abordó en Argentina el vapor “Savoia” y emprendió un viaje a Europa en la última etapa de su vida. Durante diez meses hizo un recorrido por España, Francia, Inglaterra, Italia, Suiza y Alemania, a la par que fue plasmando en crónicas sus experiencias por esos países, que luego fueron publicados en España con el título Viaje de recreo, dos meses después de su fallecimiento acaecido en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909. Hace cien años, pues, murió esta célebre escritora lejos de su patria, felizmente en un lugar generoso que acogió sus ideales, respetó su postura política y valoró la importancia de su obra.
Clorinda Matto nació en el Cusco el 11 de noviembre de 1852. A pesar que tuvo una vida difícil: Huérfana de madre a los diez años, viuda a los veintiocho, exiliada a los cuarenta y tres; supo afrontar las adversidades con su mejor arma: su pluma. Ésta le permitió formar parte de la primera generación de escritoras peruanas que incursionaron en un ámbito en el que hasta entonces solo lo dominaban los varones y en tiempos cuando la mujer no gozaba aún de todos sus derechos.
En Cusco escribió sus primeros textos que luego se publicaron en Arequipa en 1884, con el nombre de Tradiciones cuzqueñas. Para ese entonces, Clorinda Matto ya era una figura importante en las letras peruanas. En 1877, la intelectualidad limeña alrededor de la figura de Juana Manuela Gorriti le ofreció un homenaje con un discurso de otra célebre escritora de la época: Mercedes Cabello de Carbonera. Posteriormente aparecieron sus novelas indigenistas Aves sin nido (1889), Índole (1891) y Herencia (1895); además de una gran cantidad de artículos, ensayos, leyendas y hojas sueltas que circularon en distintos medios nacionales e internacionales. Francesca Denegri en su estudio sobre las mujeres ilustradas, sostiene que esas novelas “habían transgredido desde un principio el contrato mediante el cual las mujeres habrían sido aceptadas en los ámbitos literarios, a condición de mostrar una “feminidad” apolítica y no cuestionadora”.
Con ese espíritu cuestionador dirigió también periódicos y revistas como El Recreo en Cusco, La Bolsa en Arequipa, El Perú ilustrado y Los Andes en Lima. Los diversos lugares donde la escritora cusqueña residió se convirtieron no solo en grandes centros de cultura sino también en ejes donde se despertó la conciencia crítica en un país donde el indio y la mujer eran excluidos. Su pluma significó un peligro para quienes ostentaban el poder. Por eso, montoneros abyectos destrozaron su imprenta y amenazaron su propia vida, mas no consiguieron callarla. Se exilió en Argentina, y ahí también fundó un periódico llamado Búcaro americano, donde su voz además de feminista e indigenista, se volvió americanista. “¡América! ¡Tierra de promisión. Tierra de libertad!”, escribió Clorinda Matto en sus crónicas al regresar de Europa. Su peregrinaje había terminado, pero había dejado abiertas las puertas para que otras escritoras continuaran su camino.

martes, 17 de noviembre de 2009

LA POESÍA VIDENTE DE MARÍA CHAPP

La poesía tiene una mirada que provoca al mundo. Con osadía lo desviste hasta dejarlo en su quintaesencia, en su estado más puro y perfecto. Así como un calidoscopio que en su sentido etimológico significa ver formas o imágenes bellas, la poesía adquiere sentido cuando se convierte en videncia, porque así recompone el mundo y le da otro significado. Arthur Rimbaud decía que “el poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos”. Para ello necesita un ojo que le permita hacer la búsqueda de sí mismo, necesita desdoblarse para extraer su visión de sus revelaciones.
María Chapp con El ojo peregrino (Buenos Aires, ediciones El Mono Armado, 2008) sigue la senda rimbaudiana de la poesía como videncia. Este libro ante todo revela una mirada hacia dentro, una intensa búsqueda interior. Su anterior poemario La sed también seguía ese rumbo. Se trata de la búsqueda de uno mismo, de un recorrido a través de los recovecos del cuerpo y los escondrijos del alma. Como dice la poeta en uno de los poemas “busco hospedarme / cuerpo adentro”.
El poemario se divide en dos secciones: Marzo y Ojos. Marzo no solo indica un tiempo y el inicio de la estación otoñal, sino también un ciclo donde la vida se renueva, es el tiempo que pide una pequeña muerte para devolvernos otra vez renacidos. En esta primera parte podemos advertir la presencia del desdoblamiento del yo en otro. Al respecto, la poeta dice: “esa presencia se me parece / no este yo / apellidonombreprofesión” o “alguien me visita / ¿o soy yo la visita?”. Asimismo, se vislumbra una maternidad universal que supone una plena identificación de la poeta con el Universo, ya que se reconoce como parte de él: “estoy tan abierta/ puedo albergar todos mis mundos / mis cuerpos en su extensión natural.” Aquello se percibe aún más en el poema “Del parto”: “¿existe la propia vida? / ¿o todo es la gran vastedad / eterno baile / y uno existe cuando toman forma / secuencias de relámpagos?”; y, sobre todo, en el poema “Marzo” cuyos versos dicen: “soy la anciana del bosque / que amamanta”, “espío la cópula de lluvia y pasto / el cielo dona su esperma/ la tierra abierta”, “es marzo / llueve y llueve”.
La segunda parte del poemario se subtitula Ojos. La visualidad siempre ha estado presente en la gran poesía, siempre ha habido un ojo que nos ha permitido ver el mundo a través de la poesía. Ojo peregrino, Ojo voraz, Ojo manso, Ojo amatista, Ojos del agua, son los ojos de María Chapp que nos devuelven a la esencia de las cosas. Quizás uno de los poemas más logrados es “Puente”, en cuyos versos la poeta encuentra que: “cada mirada deshoja su objeto / lo acaricia / lo curva / devora distancias / lo abandona / necesito un puente entre el ojo / y la flor de mil pétalos”. Ese lenguaje metafórico permite que el lector no solo visualice la imagen creada sino también capture lo más profundo del objeto.
En El ojo peregrino “no es el poeta quien habla / es el gran ojo que recuerda”. La poesía de María Chapp es como la luz que nos permite ver en medio de la oscuridad y nos invita a emprender el camino hacia nosotros mismos.