Siempre pensé que las canciones además de los sueños pueden volverse realidad. Así me pasó con "Mi casa en un árbol" de Jorge González, ex integrante de Los Prisioneros. Iba yo en una moto rumbo a Mesilla en Nuevo México cuando en el trayecto vi una casa en medio de unos árboles de invierno. Era hermosa, tal como me imaginaba que podían ser esas construcciones rústicas de madera. Parecía ocultarse entre las ramas y la maleza, pero yo la divisé desde lejos, era inconfundiblemente la casa de mis ensueños.
Uno se detiene en la vida andante cuando los ojos encuentran un reposo ante la multitud de imágenes que desfilan sin cesar. Entonces la mirada se vuelve con premura al objeto que ha llamado su atención. Se aproxima raudamente como un zoom. Llega al objeto, casi lo toca. Lo captura. Es un instante que se prolonga toda una eternidad. Un clic mental y la imagen queda guardada en la memoria.
Ahora que veo la foto escucho la canción, y recuerdo también a Kandinski cuando pedía oír el color y ver la música. "Una casa en un árbol / donde tenga mis dibujos / y mis historias,/ donde canten los pájaros...", ésa es la canción donde habito.