jueves, 1 de enero de 2009
AÑO LUZ AÑO FLOR
Mientras el año viejo se cubría con sus ropajes oscuros de medianoche, el nuevo año anunció su llegada con trajes luminosos. Yo lo seguí hasta el alba. Su luz penetró por lo alto de la cúpula. Poco a poco despejó la penumbra como prendiendo las velas apagadas. Se fue extendiendo sin parar hasta llegar al jardín. Ahí las flores invisibles lo esperaban. Cuando éstas sintieron que su intenso calor las abrasaba, un color amarillo se desprendió de sus pétalos. Entonces florecieron. Como Milton del poema de Borges que acercó su cara a una rosa, sin verla; yo también me aproximé a una de ellas. La luz me permitió verla en todo su esplendor. Era sumamente bella, pero noté que entre sus hojas había ahogado el rocío de la noche. Comprendí su profunda pena. La cogí entre mis manos sin importarme sus espinas que se iban clavando en mi corazón. Ahí le construí un jardín especial para que floreciera cada día.
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