“Ha llovido anoche, y queda la neblina sutil. El temporal no ha sido suficiente para detener a mis buenas amigas, compañeras y discípulas, que se han agrupado en el dique 4 llevando al efecto flores, perfumes, amuletos de buen deseo para tan largo viaje. ¡Qué triste es siempre la hora de decir adiós!...”. Así escribía en mayo de 1908, Clorinda Matto de Turner cuando abordó en Argentina el vapor “Savoia” y emprendió un viaje a Europa en la última etapa de su vida. Durante diez meses hizo un recorrido por España, Francia, Inglaterra, Italia, Suiza y Alemania, a la par que fue plasmando en crónicas sus experiencias por esos países, que luego fueron publicados en España con el título Viaje de recreo, dos meses después de su fallecimiento acaecido en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909. Hace cien años, pues, murió esta célebre escritora lejos de su patria, felizmente en un lugar generoso que acogió sus ideales, respetó su postura política y valoró la importancia de su obra.

En Cusco escribió sus primeros textos que luego se publicaron en Arequipa en 1884, con el nombre de Tradiciones cuzqueñas. Para ese entonces, Clorinda Matto ya era una figura importante en las letras peruanas. En 1877, la intelectualidad limeña alrededor de la figura de Juana Manuela Gorriti le ofreció un homenaje con un discurso de otra célebre escritora de la época: Mercedes Cabello de Carbonera. Posteriormente aparecieron sus novelas indigenistas Aves sin nido (1889), Índole (1891) y Herencia (1895); además de una gran cantidad de artículos, ensayos, leyendas y hojas sueltas que circularon en distintos medios nacionales e internacionales.
Con ese espíritu cuestionador dirigió también periódicos y revistas como El Recreo en Cusco, La Bolsa en Arequipa, El Perú ilustrado y Los Andes en Lima. Los diversos lugares donde la escritora cusqueña residió se convirtieron no solo en grandes centros de cultura sino también en ejes donde se despertó la conciencia crítica en un país donde el indio y la mujer eran excluidos. Su pluma significó un peligro para quienes ostentaban el poder. Por eso, montoneros abyectos destrozaron su imprenta y amenazaron su propia vida, mas no consiguieron callarla. Se exilió en Argentina, y ahí también fundó un periódico llamado Búcaro americano, donde su voz además de feminista e indigenista, se volvió americanista. “¡América! ¡Tierra de promisión. Tierra de libertad!”, escribió Clorinda Matto en sus crónicas al regresar de Europa. Su peregrinaje había terminado, pero había dejado abiertas las puertas para que otras escritoras continuaran su camino.
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