De pronto la noche. La mano tiembla sobre el papel. Apenas he trazado una línea paralela sobre el puente. El río ya no dividirá más a la ciudad. Al amanecer los gatos atravesarán ese puente. No verán más su pelaje reflejado en el agua. Volverán a las rendijas y los techos de las casas. Los veré trepar con sus colas al acecho. Se aproximarán a mi ventana y cuando yo apague mi luz romperán sin duda los cristales.
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