martes, 6 de julio de 2010

EN EL DÍA DEL MAESTRO

Uno siempre recuerda a las personas de quienes aprendimos algo más aún si ese aprendizaje se forjó en el tiempo generando así un afecto imperecedero hacia esa persona que supo transmitir un saber. Recuerdo así mi temporada como estudiante de literatura en la Universidad de San Agustín, eran los últimos años de la década del ochenta. A diferencia del resto del país, en Arequipa no se vivía el clima de violencia que había en otras partes, mucho menos en la universidad, al contrario yo percibía un florecimiento en el área de la cultura y las artes. Mi escuela no escapaba a ello, las actividades literarias eran frecuentes y se extendían a fuera de los claustros.
En todo ese clima, Willard Díaz, mi profesor de entonces, desempeñó un papel muy importante en el despertar literario de muchos jóvenes que concurríamos a sus clases. Descubrió el talento de unos y encaminó el de otros. Sus consejos oportunos sobre los libros a leer, sus comentarios en torno a nuestros escritos, su impulso a la concreción de talleres literarios y publicación de revistas, etc., hizo que esos años fueran muy productivos e intensamente vividos. Ese espíritu motivador que siempre lo ha caracterizado con el tiempo se ha plasmado en importantes publicaciones como su libro de cuentos "Diario del retorno",  sus dos volúmenes "Técnicas del cuento" y el manual "El ensayo. Estructura y propósito"; además de sus trabajos publicados en la revista Apóstrofe que dirige hace muchos años. 
Precisamente, en su último libro sobre el ensayo, Willard Díaz anota en la presentación que "quisiera que este libro se sume a lo mejor del espíritu agustino, a ese corazón imbatible que alienta el ideal de una academia seria y fecunda, al servicio de Arequipa". Sin duda, no solo ese libro se suma a ello, sino toda su labor realizada a lo largo de todo este tiempo dentro y fuera de los claustros universitarios.

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