Lo bueno de los viajes es que hay algunas cosas que necesitamos traer no solo como souvenirs sino como testigos de esos días de intensos recorridos por lugares extraños, quizá por eso precisamente se instalan en nuestras casas y se convierten en objetos familiares. Pero a veces suceden cosas extrañas, por ejemplo, cuando estuve visitando una librería en el centro de Milán, me llamó la atención, Comer rezar amar de Elizabeth Gilbert, una escritora norteamericana cuyo libro estaba traducido al italiano. Recuerdo muy bien que tanto en España como en Francia y también en Italia las salas de cine proyectaban la película con el mismo nombre. Mi hermana ya la había visto y me hizo un comentario bueno de la película, ya sabía que era comercial al estilo hollywoodense. Como no sé el italiano no me puse a hojear el libro como sí lo hice con los de Susana Tamaro o poetas como Leopardi.
A los pocos días de mi regreso a Arequipa, paseaba feliz por la calle San Francisco y fue inevitable entrar a la librería. Ahí también estaba expuesto el libro de Elizabeth Gilbert, pero claro ahora en español. Comencé a hojearlo lentamente, escenarios desconocidos como la India e Indonesia no me llamaron tanto la atención como Italia, sí, parte del libro se ambientaba en Italia, la bella Italia. Consideré que sería el regalo perfecto para el cumpleaños de mi hermana que venía de allá en pocas semanas. Lo compré sin miramientos, ni siquiera consideré mi presupuesto que ya estaba venido a menos después de tan largo viaje.
Ahora confieso que es el libro que está en la cabecera de mi cama, me lo pude haber leído en un solo día, pero preferí disfrutarlo poco a poco. Es una delicia despertar y saber que cada página me va a despertar nuevas experiencias, desde las más profundas hasta las más graciosas y triviales. Me sentí plenamente identificada con la protagonista, los motivos sobran.
"A decir verdad, no soy la mejor viajera del mundo.
Lo sé porque he viajado mucho y he conocido gentes a las que les da muy bien. Viajeros natos. Algunos son tan robustos que podrían beberse un par de litros de agua en una alcantarilla de Calcuta sin ponerse enfermos. Gente capaz de pescar un idioma exótico donde los demás solo pescan una infección. Gente que sabe poner en su sitio a un policía malencarado o al funcionario arisco encargado de dar las visas. Gente que tiene la altura y pinta para parecer normal, sea donde sea; en Turquía podrían ser turcos, en México de repente son mexicanos, en España los toman por vascos, en el norte de África a veces los toman por árabes..."
Comer rezar amar, cómo he disfrutado las sesenta primeras páginas de este libro. Ya no estoy segura de regalárselo a mi hermana, mi obsesiva afición libresca seguramente cometerá la falta de delicadeza de pedirle que me traiga el libro en italiano.
martes, 12 de octubre de 2010
sábado, 9 de octubre de 2010
LA NOCHE DE VERSALLES
Creo que lo último que escribí en mi diario de viajes, antes de perderlo, fue en los jardines del Palacio de Versalles. Después de recorrer las lujosas habitaciones y salones de esa Francia histórica del siglo XVIII, recuerdo que con mi hermana nos sentamos en las graderías frente al majestuoso jardín. Lo que vi en ese momento armonizaba perfectamente con la música de fondo que había en el lugar.
Desde ese peldaño donde descansaba volví mis ojos al palacio y vi a María Antonieta con su hermoso vestido bordado en hilos de oro y sus preciosos zapatos con piedrecillas incrustadas. La vi acurrucada a su almohada, asustada por los gritos de la muchedumbre que asaltaba su palacio. La vi prisionera, luego, en una habitación oscura. Vi en su joven rostro la incomprensión de su fatal destino de ser reina. La vi asomarse a la ventana y contemplar por última vez el hermoso jardín que su padre había mandado a construir.
No habría más paseos alrededor de las fuentes de mármol ni largas caminatas entre los árboles tallados como ejércitos verdes. La música había llegado a su fin y pronto sería reemplazada por himnos libertarios voraces que ella no comprendería jamás. Prefirió el silencio, el silencio total en esa noche trágica de Versalles.
Desde ese peldaño donde descansaba volví mis ojos al palacio y vi a María Antonieta con su hermoso vestido bordado en hilos de oro y sus preciosos zapatos con piedrecillas incrustadas. La vi acurrucada a su almohada, asustada por los gritos de la muchedumbre que asaltaba su palacio. La vi prisionera, luego, en una habitación oscura. Vi en su joven rostro la incomprensión de su fatal destino de ser reina. La vi asomarse a la ventana y contemplar por última vez el hermoso jardín que su padre había mandado a construir.
No habría más paseos alrededor de las fuentes de mármol ni largas caminatas entre los árboles tallados como ejércitos verdes. La música había llegado a su fin y pronto sería reemplazada por himnos libertarios voraces que ella no comprendería jamás. Prefirió el silencio, el silencio total en esa noche trágica de Versalles.
jueves, 7 de octubre de 2010
UNA ROSA PARA MARIO
Dicen que se levantó como siempre a las cinco de la mañana para ponerse a trabajar en su departamento de Nueva York . Dicen que de pronto recibió una llamada telefónica desde Suecia. No podía creerlo. Era el ganador del Premio Nobel de Literatura 2010. Sí, la noticia recorrió el mundo entero, un peruano había obtenido por primera vez el galardón para nuestras letras: Mario Vargas Llosa.
Seguramente el júbilo asaltó a todos quienes vimos en la pantalla del televisor cómo el representante de la academia sueca resaltaba la labor del reciente Nobel: "Por su cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo". Esa cartografía comprende un conjunto amplio de novelas que publicó desde 1962 con La ciudad y los perros.
Él siempre ha destacado el oficio del escritor, la disciplina que supone la escritura y la libertad para imaginar mundos posibles. Él ha creado para sus lectores un mundo que transforma nuestras vidas, porque le ha agregado precisamente ese ingrediente fundamental que es la pasión por la vida.
Seguramente el júbilo asaltó a todos quienes vimos en la pantalla del televisor cómo el representante de la academia sueca resaltaba la labor del reciente Nobel: "Por su cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo". Esa cartografía comprende un conjunto amplio de novelas que publicó desde 1962 con La ciudad y los perros.
Él siempre ha destacado el oficio del escritor, la disciplina que supone la escritura y la libertad para imaginar mundos posibles. Él ha creado para sus lectores un mundo que transforma nuestras vidas, porque le ha agregado precisamente ese ingrediente fundamental que es la pasión por la vida.
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