viernes, 30 de agosto de 2013

CRÓNICA DESDE ITHACA. 3

Por qué la niebla me hacía tan feliz cuando atravesaba mi trayecto hacia el gimnasio a las seis de la mañana? Será que se cruzaban raudamente a mi paso ciervos y conejos salidos de los arbustos? o serán tal vez las aves que apostadas en las ramas de los árboles entonaban sus cantos del aura? No lo sé, es tan difícil buscar las razones de la felicidad cuando esta invade el corazón como una niebla repentina para respirar el aroma de la naturaleza que despierta a un nuevo día.

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