miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL KASTILLO DE FRANZ

Al fondo, al fondo estaba el Kastillo. Había llegado ahí despojada de todo. No tenía nombre ni país ni historia, pero estaba ahí a punto de cruzar el puente. Las aguas del Moldava fluían lentamente ese verano en contraste con la multitud de turistas que visitaban la bella Praga. La noche anterior había soñado con Franz. Hablamos un idioma que no era el alemán ni el checo, uno que matizaba perfectamente el silencio. Al despertar,  sus ojos grandes continuaban mirándome desde la ventana. Luego desapareció y comenzó la lluvia. Era el momento de ir a Malá Strana, caminar por el barrio judío y perderme inútilmente entre sus calles. Bastaba con levantar la vista para saber cuán cerca o lejos estaba de mi destino. Las horas transcurrían en el devenir de mis pasos. Al fin, cuando el sol se ocultó entre sus torres, decidí entrar al Kastillo. Ahí estaba Franz soñando el futuro.

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