Es la hora del almuerzo y aún no he preparado nada ni tengo ganas de hacerlo. Un fin de semana como hoy es buena fecha para comer fuera. Si bien la comida arequipeña me encanta, hoy prefiriría sabores más lejanos, más sureños. Y son precisamente esos momentos cuando más extraño la sazón de mi madre. Cuánto daría por que me preparara ahora un picante a la tacneña aunque sea a mí a quien haga pelar las papas sancochadas o picar el mondongo o los otros ingredientes, no es que yo no sepa prepararlo, aunque a decir verdad nunca lo intenté porque siempre lo vi como un plato exclusivo de sus queridas manos.
Todo esto me trae a la memoria el último viaje que hice a Tacna con mi hermana. Además de las compras y una rápida visita a Arica, creo que lo que más queríamos era servirnos en un buen restaurante un picante, cordero a la parrilla o las dulces humitas. Dicen que algunos chilenos cruzan la frontera solo para degustar nuestra comida, imagino la tacneña en especial. Y parece ser verdad, porque cuando fuimos a El Cacique la mayoría de mesas estaba ocupadas por ellos y eso me alegró mucho. La comida siempre une a todos en torno a una mesa, como yo lo hice cuando estaba por allá degustando el caldillo de congrio del que había escrito Neruda.
La evocación de esos momentos no mitiga en absoluto el hambre que tengo ahora, iré de inmediato a servirme algo, pero seguramente los recuerdos harán que el plato que elija me provoque una mezcla confusa de sabores: comeré lo arequipeño con sabor a tacneño.
VIVA EL PICANTE A LA TACNEÑA!!!
ResponderEliminarSALUDOS, UN GUSTO ENCONTRAR UN BLOG TAN FAMILIAR.
UN BLOGGERO DE TACNA.
LUIS ANGEL.