Todos llevamos un Macondo dentro, el mío es un antiguo campamento minero donde no nací pero aprendí que la tierra era redonda como una naranja. Con el tiempo fui aceptando su redonda imperfección, pero hubo un tiempo cuando todo era perfecto: un tiempo feliz.
Un breve mensaje electrónico, una fotografía adjunta, el remitente: un compañero del colegio. La sorpresa es simplemente indescriptible. Se vuelca en mi memoria un tiempo infantil, un tiempo adolescente. Han trancurrido más de dos décadas desde mi época escolar. Hoy la vida con un ímpetu juvenil se ha trasladado a otras partes, a otras latitudes, pero mi corazón ha vuelto presuroso a ese mágico espacio donde fui creciendo, donde las cosas eran realmente grandes como huevos prehistóricos.
La imagen borrosa recobra ese tiempo ido. Mi corazón estalla de nostalgia. Un colegio a las faldas de un enorme cerro. Se llamaba Ricardo Palma. Vuelven las voces, la alegría, los rostros de mis compañeros, amigos de eternos de mi infancia. Vuelven los caminos del saber con los guías que han hecho que no nos detengamos en el viaje: nuestros padres y maestros. Vuelven nuestros pasos a las aulas, al recreo, al juego legendario.
Muchos años después nos enteramos que nuestro Macondo ya no es el mismo. No funciona más el colegio. En sus aulas no están más los estudiantes, ahora las ocupan contratistas de la empresa minera que, tal cual compañía bananera, está arrasando de la faz de la tierra ese espacio mítico donde la vida era mucho más que el cobre que guarda en sus entrañas.
Un breve mensaje electrónico, una fotografía adjunta, el remitente: un compañero del colegio. La sorpresa es simplemente indescriptible. Se vuelca en mi memoria un tiempo infantil, un tiempo adolescente. Han trancurrido más de dos décadas desde mi época escolar. Hoy la vida con un ímpetu juvenil se ha trasladado a otras partes, a otras latitudes, pero mi corazón ha vuelto presuroso a ese mágico espacio donde fui creciendo, donde las cosas eran realmente grandes como huevos prehistóricos.
La imagen borrosa recobra ese tiempo ido. Mi corazón estalla de nostalgia. Un colegio a las faldas de un enorme cerro. Se llamaba Ricardo Palma. Vuelven las voces, la alegría, los rostros de mis compañeros, amigos de eternos de mi infancia. Vuelven los caminos del saber con los guías que han hecho que no nos detengamos en el viaje: nuestros padres y maestros. Vuelven nuestros pasos a las aulas, al recreo, al juego legendario.
Muchos años después nos enteramos que nuestro Macondo ya no es el mismo. No funciona más el colegio. En sus aulas no están más los estudiantes, ahora las ocupan contratistas de la empresa minera que, tal cual compañía bananera, está arrasando de la faz de la tierra ese espacio mítico donde la vida era mucho más que el cobre que guarda en sus entrañas.
Hubo un espacio, un tiempo, una clase con sus alumnos y profesores; luego un dia de Diciembre vino el inevitable Adios.
ResponderEliminarAquel dia nuestras camisas llevaban los buenos deseos y bromas de nuestros compañeros era el ultimo dia y todo era admitido, no habria otro adios; Muy en el fondo sabiamos que algunos no los volveriamos a ver quizas nunca mas; la nostalgia, aquel dia ahogaba el sentimiento penoso de nuestros corazones, aquellas horas y ultimos minutos se apagaba una de las etapas mas felices de nuestra adolescencia, aquella ultima pagina por mas que pasen los años lo tendremos muchos de nosotros como uno de los mas bellos recuerdos, al final en el ultimo minuto de aquel dia de Diciembre entre los abrazos y lagrimas escondidas por el Adios recorde que alguna vez un muy querido profesor de Fisica dijo: "viaja a la velocidad de la luz y vas a llegar ayer", yo queria tomar aquel dia ese viaje.
Estimada amiga, (espero tener el honor de ser tu amigo), me gusto tu blog y te visitaremos seguido.
Un abrazo y un beso.
Ruben E. Guarino Vilca
Es la situación de muchisimos de nosotros, migrantes o hijos de migrantes a las grandes ciudades. Cuántos recuerdos, cuántas alegrías y cuántos llantos de niños, de adolescentes, cuántos momentos que hoy los vemos lejos, y se mantienen lejos cuando al volver ves que todo ha cambiado tanto, que lo que era ya no es, los que eran ya no son más, y lo que había ya no hay más.
ResponderEliminarMe pasó cuando visité mi querido Mujumarka hace unas semanas.
La idea del eterno retorno.
ResponderEliminar"Aun recuerdo las tardes de domingo cuando mi padre nos llevaba de paseo por esos caminos empinados y rocosos, dejando sentir en mi rostro la fuerza del viento e imaginado que detras de esos cerros existia otro mundo, otra vida...
eso fue hace mucho tiempo, yo pertenesco a una promocion posterior a la tuya, todos los años era un fiel espectador de este hecho sigular cada fin de año protagonizado por
ResponderEliminarlos compañeros de quinto de secundaria, sin embargo cuando me toco a mi de manera inexplicable lo asumi con indifencia pasaron los dias y el solo hecho de pensar que no regresaria a la aulas ricardinas ni volveria a ver a muchos de mis compañeros me llenaba de angustia y una terrible nostalgia,sensacion compartida con mejor amigo juan esquiche viza, que en paz descaza y que de dios goze.incluso en una ocasion regresamos al colegio, experiencia nada agradable, pues mi cuerpo queria desplomarse en ese momento.
En verdad era un mundo magico muy alejado de la realidad, en un espacio tan aislado del resto, pero del cual no podemos negar ni renegar; solo contemplar lo maravillo que fue mientras duro,asi como tambien transladar nuestra mente a ese momento una vez mas. En este momento recuerdo un hecho en el cual estas involucrada señorita: es aquella ocasion en que te encontrabas junto con tus compañeras en la graderias del colegio y ellas te colocaron una rosa en señal de que eras la mas hermosa del quinto de secundaria...
Ha pasado mucho tiempo ¡ que huella me dejaste toquepala ¡mis palabras no podrian describirte sin tocar lo mas profundo de mi ser...