Ahora que se aproximan las elecciones municipales, es bueno reflexionar sobre la ciudad. Siempre soñamos con vivir en un lugar diferente, armonioso y bello, casi como los sueños; sin embargo, la realidad dista mucho de ese deseo. La delincuencia, la contaminación, la pobreza, etc., generan un malestar que se percibe cada vez que salimos de nuestras cómodas casas y recorremos las calles.
¿Cómo podemos cambiar esa situación? Quizá hay que imaginarla de manera diferente. Pensemos en otras ciudades, Medellín, por ejemplo, que en la década pasada fue considerada la ciudad más violenta del mundo. Ahora esta bella ciudad colombiana es más bien el símbolo del progreso no solo material sino espiritual, Ahí renace la esperanza de que es posible cambiar las condiciones de vida de las personas. Sus autoridades son conscientes del rol que juega la educación y la cultura para lograr tal cometido. Si nuestras autoridades priorizaran este aspecto, nuestra ciudad y el país entero quizá se aproximarían un poco a lo que soñamos para nuestros hijos, nuestras familias y amigos, para nosotros mismos.