Los regalos siempre son bienvenidos más aún si se tratan de libros. Fue así como fue a dar a mis manos Disturbio, la novela del colombiano Miguel Ángel Manrique publicada en su segunda edición el año pasado por Seix Barral. Justo una semana antes había leído una entrevista que le hicieron en el suplemento de La República. Entre otras cosas me enteré que había ganado el Premio Novela Inédita 2008 del Ministerio de Cultura de Colombia y que dicha obra se inscribe dentro de lo que se ha llamado "novela de campus colombiana".
En efecto, esta obra está ambientada en el campus de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Un grupo de estudiantes de literatura son quienes dan vida a este relato en medio de una atmósfera que hace una crítica clara al intelectualismo inauténtico y a la efervescencia de la violencia juvenil. Leer o no obras como las de Stephen King frente a los clásicos; hacer literatura propiamente dicha o convertirse en críticos literarios; buscar la identidad en los grupos juveniles, etc., son algunas de las cuestiones que se plantean en la novela.
Estamos quizá frente a héroes problemáticos posmodernos, por eso en las clases de crítica literaria es frecuente la recurrencia a George Lukács. Solo que a diferencia de los Quijotes de siglos pasados, un skinhead, un dirigente estudiantil, un pandillero o simplemente un fanático, ya no buscan en absoluto un ideal en medio de un mundo problemático, sino, al contrario, su búsqueda se ciñe al espacio del espejo donde ellos mismos se reflejan.
Esta novela junto a otras como Vieja escuela de Tobías Wolff, nos muestran el complicado mundo de quienes apuestan a dedicarse a estudiar, disfrutar y vivir la literatura.
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