lunes, 31 de mayo de 2010

VÍNCULOS HUMANOS

Este fue un lindo regalo que me hizo mi hija en el día de la madre.  Son dos hermosos delfines de cristal que juegan con una pelota azul. Lo puse en un lugar especial de mi casa.  Viendo el obsequio no solo pienso en el buen gusto que tuvo al escogerlo sino en lo que puede representar: la vida como un juego y la fragilidad de los vínculos humanos, no solo entre padres e hijos, sino también entre esposos, enamorados, hermanos,  amigos, colegas, etc., en fin con todas aquellas personas con quienes nos relacionamos en este mundo.
Zygmunt Bauman, en el prólogo a Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, pone como personaje central de su libro a relaciones humanas: "Los protagonistas de este volumen son hombres y mujeres, nuestros contemporáneos, desesperados al sentirse fácilmente descartables y abandonados a sus propios recursos, siempre ávidos de la seguridad de la unión y de una mano servicial con la que puedan contar en los malos momentos, es decir, desesperados por "relacionarse". Sin embargo, desconfían todo el tiempo del "estar relacionados", y particularmente de estar relacionados "para siempre", por no hablar de "eternamente", porque temen que ese estado pueda convertirse en una carga y ocasionar tensiones que no se sienten capaces ni deseosos de soportar, y que puedan limitar severamente la libertad que necesitan para relacionarse".
De la cita anterior se desprenden implícitamente dos conceptos claves: la soledad y el compromiso. El primero tiene que ver con la necesidad de relacionarnos con quien sea con tal que no nos sintamos solos y por consiguiente nada asegura que se descarte; el segundo más bien apunta  a buscar la solidez de nuestros vínculos.   En ambos casos, la fuerza que mueve dichas situaciones es la ausencia o presencia del amor.  El verdadero amor debe ser la base para entablar vínculos estables, no aquellos que se atan y desatan según las circunstancias o el mejor postor, ni aquellos que exigen parentescos sanguíneos o sociales. El problema es que la idea de amor en nuestra sociedad cada vez se parece al desamor.
Cuando veo otra vez el regalo de mi hija, me veo con ella jugando a través de los años que llevamos juntas, no es el cordón umbilical lo que me une a ella, es algo más que con el tiempo estoy aprendiendo a comprender. Su regalo me hace recordar una canción de un grupo muy querido cuya letra dice: "Y es el corazón/ como un ave de cristal/ es tan frágil de romper/ tan difícil de entender". Ahora sé que tengo que cuidar día a día ese cristal, transparente, puro y sólido. Es un amor de cristal.


1 comentario:

  1. el cristal es transparente y sólo pide cuidado; los delfines entienden más allá de las emociones, por eso son felices. las quiero un montón.

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